Maruja Mallo, Obras de la gran pintora surrealista española

15 Nov 2018 | Inspiraciones, Reflexión

Maruja Mallo fue una adelantada a su tiempo como mujer y como artista. Nacida en el municipio lucense de Viveiroen el año 1902, a lo largo de su vida provocó indignación en una mojigata sociedad que no estaba preparada para su desprecio por las caducas convenciones que lastraban la convivencia y el arte. 

Lejos de conformarse con el rol que condenaba a las mujeres a ser únicamente unas criadas contractuales de sus maridos, llegó a convertirse en una de las figuras más representativas de la gloriosa generación del 27 y del surrealismo figurativo internacional; las obras de Maruja Mallo están a la altura de las de un Magritte o un Tanguy. Con todo ello, su figura no es aún lo suficientemente conocida en la actualidad por ese atávico machismo que aún está incrustado en nuestra, no tan moderna, sociedad.

La obra de Maruja Mallo

A pesar de ser una de las grandes figuras de la pintura surrealista, a Maruja Mallo nunca le gustó que se etiquetara a su obra. Era un espíritu libre en lo personal y en lo artístico, que intentaba siempre hacer lo que quería sin tener que adaptarse a ninguna convención. 

Los cuadros de Maruja Mallo reflejan una constante experimentación formal y técnica que se dejan impregnar por todos los movimientos vanguardistas que florecieron a lo largo del, a la par, creativo y terrible siglo XX. Su mirada sedienta y despierta servía de crisol para desnudar todo lo absurdo y grotesco de la realidad.

Maruja Mallo se dio a conocer a finales de la década de los 20 con unos cuadros que reflejaban un densosimbolismo, con unas abigarradas figuras que extraían lo más bizarro de un mundo aparentemente normal. La figura de la mujer cobra especial relevancia en los cuadros de Maruja Mallo, como puede verse en una de sus pinturas más emblemáticas, La verbena, visión surrealista de las fiestas y verbenas madrileñas.

A principios de la tempestuosa década de los 30 el color se diluye en la obra de Maruja Mallo, iniciando su etapa oscura, en la que los tonos pardos y grises se adueñan de sus lienzos. Su crisis personal contagia a su obra, que empieza a estar habitada por espantajos y esqueletos, como se observa en Antro de fósiles, de clara influencia daliniana. Es también un periodo de experimentación, en el que incorpora materiales orgánicos a sus composiciones.

Tras superar esa etapa de oscuridad emocional, Maruja Mallo recupera en sus cuadros la armonía y el equilibrio geométrico, marcando un punto de inflexión definitivo en su obra. De este periodo es el cuadro que la artista lucense consideró como el más representativo de su arte, La sorpresa del trigo, de 1936.

La pintora se exilia en Sudamérica tras el estallido de la Guerra Civil, iniciando su etapa más expresiva y surrealista, en la que sobresalen sus bodegones con seres de las profundidades abisales marinas, como se aprecia en su cuadro de 1943, Naturaleza viva.

En la década de los 60 regresa a España y su mirada, al igual que la figura de Miraestels, se dirige hacia el cosmos, y libre ya de todo referente externo, sus cuadros se pueblan de constelaciones y naves espaciales (Viajeros del éter, Selvatro).

Maruja Mallo siguió pintando hasta su fallecimiento en Madrid en 1995.

Curiosidades de Maruja Mallo

A pesar de estar acreditado que Maruja Mallo nació en 1902, le gustaba quitarse años y siempre afirmó que su año de nacimiento había sido el 1909.

Fue la única integrante femenina del egregio grupo intelectual de la Cofradía de la Perdiz, al que pertenecieron figuras de la talla de Federico García Lorca y Luis Buñuel.

La transgresión de Maruja Mallo se revela en numerosas anécdotas, como su negativa a vestir falda en una visita al Monasterio de Silos, su despido como docente por entrar montada en bicicleta en una iglesia o haber ganado un concurso de blasfemias en un café madrileño.

Entre las amistades de la pintora de Viveiro se encontraban Rafael Alberti, Pablo Neruda, Salvador Dalí, André Breton, Ortega y Gasset y Andy Warhol.

Parte de su obra puede ser admirada en el Museo Reina Sofía de Madrid.

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